viernes, 1 de agosto de 2014

En el corazón de la Tierra

Estoy cansada.
No marcan muchas primaveras
mi piel joven y mis manos suaves.
Pero me siento eterna.

Me siento vieja como una montaña,
desgastada como los huesos
de algún animal muerto,
agotada como un tronco que cede sus ramas.

Los pensamientos que rondan mi cabeza
llevan estancados la vida de una tortuga.
Los sentimientos van por mi corazón
usados como el sendero de la tierra.

Mis movimientos, pausados y lentos,
imitan aquellos de la luna.
Mis ojos parecen dos viejos pozos
llenos de melancolía.

El día me vive. Yo vivo la noche.
He pasado por aquí tantas veces
como estrellas hay en el cielo.
He dejado una huella indeleble.

La sabiduría me escapa.
Sólo mi pobre alma cuenta el sol.
Sólo mi pobre alma cuenta la luna.
Mi cuerpo solo cuenta números.

Mi respiración pesada
mueve mis molinos.
Mi palabra extraña
mueve mi boca.

Estoy cansada.
Estoy perdida, aquí,
en el corazón de la tierra.
No sé donde encontrarme.

No sé dónde buscarme.
Mi corazón ya no está.
No sé de donde viene mi sangre,
no sé a dónde va.

Algún día tendré que despertar
de este sueño antiguo.
El segundo muere en el segundo.
Yo habré de morir para reencarnar.

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