viernes, 1 de agosto de 2014

Cristales

Nuestro encuentro sonó demasiado.
El silencio, roto como un cristal,
cayó afilado a nuestras manos,
dejando el alma desnuda de sangre.

Nuestro encuentro sonó demasiado.
Tiñó el suave blanco de esmeralda y,
manchada con el color profano,
la luz entera se la tragó el diablo.

Cristal roto y blanco abandonado.
Cada palabra: un golpe de titán
a la fragilidad consumada
de nuestra vieja historia vulnerable.

Ningún dios pensó en escribirnos.
Cristales de mentiras y tragedias
les opacaron el concebirnos;
uno a uno tuvimos que romperlos.

La venganza del dios caerá.
Caeremos bajo su voluntad.
Nuestro encuentro un eco será
en salones de palacios eternos.

No componía nuestro destino.
No era tarea de nuestras bocas
romper aquel divino silencio;
nunca nos fue concedido el derecho.

Desafiamos inmensas verdades.
Algún día pagaremos el precio:
por incontables eternidades
seguiremos a Julieta y Romeo.

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