Entendí hoy porqué el sol
sigue implacable a la luna,
y no para ni se cansa ni se abruma
ni en un día ni en un millón.
Entendí hoy porqué se casan
los adultos, y se prometen tantas cosas,
se dicen palabras hermosas,
y de ello nunca se cansan.
Entendí hoy a los hombres profundos,
poetas brillando o desgraciados,
por los juegos del amor desbordados
y sus versos de sentimientos rotundos.
Ya no me sorprenden ni el invierno
ni el verano, con sus hojas que mueren,
con sus flores que nacen.
Tampoco el cielo y el infierno.
Son tus grandes ojos eternos
más infinitos que el universo,
y ni el vacío más perverso
se resiste a absolverlos.
Choco con tu mirada y me revela
todos los secretos del hombre, guardados
en el abismo de los días pasados.
Ella acompaña mis noches en vela.
Me leo en tu alma y me encuentro
entera, perdida entre los ríos
de tu espíritu. Ya no sé qué es mío,
ya no sé quién soy ni quién llevo dentro.
sigue implacable a la luna,
y no para ni se cansa ni se abruma
ni en un día ni en un millón.
Entendí hoy porqué se casan
los adultos, y se prometen tantas cosas,
se dicen palabras hermosas,
y de ello nunca se cansan.
Entendí hoy a los hombres profundos,
poetas brillando o desgraciados,
por los juegos del amor desbordados
y sus versos de sentimientos rotundos.
Ya no me sorprenden ni el invierno
ni el verano, con sus hojas que mueren,
con sus flores que nacen.
Tampoco el cielo y el infierno.
Son tus grandes ojos eternos
más infinitos que el universo,
y ni el vacío más perverso
se resiste a absolverlos.
Choco con tu mirada y me revela
todos los secretos del hombre, guardados
en el abismo de los días pasados.
Ella acompaña mis noches en vela.
Me leo en tu alma y me encuentro
entera, perdida entre los ríos
de tu espíritu. Ya no sé qué es mío,
ya no sé quién soy ni quién llevo dentro.
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